Cada vez que alguien cumple años, se da a la tarea de hacer un inventario de su vida, lo que tiene o deja de tener... pues a mí me dio por hacer un listado de lo que más me ha gustado en años en lo que a libros se refiere.
Si bien es cierto que he leído muchos más, hay algunos que no recuerdo, tal vez porque no me tocaron tanto o quizás porque era muy chica, la verdad no sé, eso es tema para otro día.
Lo cierto es que la siguiente lista no tiene un orden de preferencia, pero creo que como fueron apareciendo en mi memoria dice mucho... acá están mis 35:
Matar un ruiseñor - Harper Lee
Caballo de Troya (1-5)- J. J. Benitez
El profeta - Gibrán Khalili Gibrán
El amor en los tiempos del cólera - G.García Márquez
Crónica de una muerte anunciada. G.García Márquez
Fahrenheit 451 - Ray Bradbury
El soberbio Orinoco - Julio Verne
Las aventuras de Huckelberry Finn- Mark -Twain
El Principito - A. De Saint Exupery
Los 12 cuentos peregrinos - G.García Márquez
Ana Isabel una niña decente - Antonia Palacios
Alguien voló sobre el nido del cuco - Ken Kesey
Sin novedad en el frente - Erich Maria Remarque
No me esperen en abril - Alfredo Bryce Echenique
Poemas de otros - Mario Benedetti
Cien años de soledad - G. García Márquez
Los funerales de la mamá grande - G. García Márquez
Rayuela- Julio Cortázar
Queremos tanto a Glenda - Julio Cortázar
El diario de Ana Frank - Ana Frank
Los muchachos de la calle Pal - Ferenc Molnár
Viaje al centro de la tierra - Julio Verne
La muerte en Venecia - Thomas Mann
Guía triste de París - Alfredo Bryce Echenique
Humor y amor de Aquiles Nazoa
El mago de la cara de vidrio - Eduardo Liendo
Los Miserables - Victor Hugo
Juan Salvador Gaviota - Richard Bach
El viejo y el mar - Ernest Hemingway
Ilusiones- Richard Bach
El cartero de Neruda
Desde el jardín - Jerzy Kosinski
Cuentos de amor, locura y muerte - Horacio Quiroga
Historias asombrosas - Edgar Allan Poe
Los cuentos de Hans Christian Andersen
Aquí estoy, escribiendo cosas un tanto incoherentes, mezclando sentimientos totalmente distintos, tratando de confundir y confundirme; pero en el fondo, muy en el fondo, en la esencia de mi ser, en el fuego de mi alma se quema la verdad..(24/11/1999)
domingo, noviembre 27, 2011
sábado, noviembre 26, 2011
Un simple cuento...
Josef Zimmer se sentó en su mecedora a descansar luego de un arduo día de trabajo. Estuvo cortando las ramas del árbol aquel que rasguñaba el techo de su casa.
El viejo húngaro se daba a la tarea de tomarse un café al terminar de trabajar, haberse bañado y puesto su agua de “vetiver”; porque como solía decir: - "Hay que bañarse vale! porque si no pusa" -
Josef era alto, de unos 1,85 metros , piel blanca igual que su pelo, y usaba unos lentes prescritos con un aumento que harían pensar en un topo ciego. Sobreviviente de la II Guerra , llegó a Venezuela a mediados del siglo XX y pasaba sus últimos años dando posada a estudiantes de toda Venezuela que llegaban a la isla de Margarita a cumplir sus sueños.
Decía que Josef, o Joska, como cariñosamente le llamaban sus amigos, se sentó a descansar en su mecedora tomando café. Mientras se mecía suavemente cavilando y pensando en su vieja Budapest, se sentó a su lado una chica guayanesa, que era su inquilina y amiga, a quien le gustaba escuchar sus historias de la guerra y de cómo terminó en tierra venezolana; pero sobre todo, le gustaba escuchar las anécdotas de Joska acerca de su querida Guayana, la de los años 50´s y 60´s, cuando todavía no era ciudad.
El viejo Joska le contaba historias cargadas del polvo de Dalla Costa, de los colores de las aguas del Caroní y del Orinoco, y con el olor del Hierro del Cerro Bolívar.
Para ella era emocionante escuchar historias de su tierra; y le parecía mágico que Joska, un inmigrante llegado de tan lejos, conociera más de su Guayana que ella misma.
A través de sus relatos, ella descubrió que su pueblo añorado, San Félix, era solo eso, un pueblo, separado de lo que hoy se conoce como Puerto Ordaz y que éstos se comunicaban por una chalana o lanchitas que embarcaban en el sector hoy conocido como Dalla Costa y que costaba 2 Bs. Luego de una corta travesía a través de las turbulentas aguas del Caroní, llegaban cerca del sitio donde hoy está el “Club Náutico”, allí desembarcaban para continuar explotando las minas de sus sueños y anhelos.
Así nació Puerto Ordaz, y el siguiente paso fue unirlo con San Félix; para lo que idearon la construcción de un puente. Joska fue parte del grupo de trabajadores que en 1962, iniciaron la construcción del Puente Caroní, ése que une a la tosca San Félix con la planificada Puerto Ordaz.
Ella escuchaba, con un pícaro brillo en sus ojos, aquellas historias de una Orinoco Mining Company con sus campamentos mineros que explotaban nuestro hierro guayanés.
Y él, que se había despedido de aquella “no Guayana” para casarse y criar a sus hijos a orillas de un mar margariteño, reconocía, través de los relatos de ella, en la ahora Ciudad Guayana aquellos San Félix y Puerto Ordaz que le recibieron una vez, abonando sus sueños de vida.
Joska se reía al saber que donde una vez funcionó un prostíbulo ahora había una iglesia, donde una vez hubo una bodega estaba un gran supermercado, que lo que una vez fue un terreno bañado por las aguas del Caroní ahora había una gran urbanización. Mil y un cambios maravillosos que demostraban que la vida es como una mariposa que proviene de una pequeña oruga que ha pasado por varias transformaciones, sólo para convertirse en algo hermoso. Así también es Ciudad Guayana…
Hoy cuando escuché la noticia de su muerte, la despedida sin adiós de Joska, no me vino otra cosa a la memoria que aquellas tardes en que compartimos un café, historias de hierro y fundación… historias de Guayana, nuestra amada Guayana.
martes, noviembre 08, 2011
Decir ADIÓS
Charagato - Isla de Cubagua - Estado Nueva Esparta - Venezuela
Para mí nunca ha sido fácil decir adiós.
Las despedidas son de las cosas más tristes que me han pasado en la vida.
A veces creo que por eso, cuando comienzo a leer un libro; toda entusiasmada y revestida del encanto de sus personajes, embutida en sus problemas, hazañas, despistes, locuras, derrotas y victorias, a medida que me voy acercando al final mi velocidad de lectura disminuye. Entonces, en lugar de leer 5 capítulos en una noche, leo 3, luego 2, y así...
Cuando lo inevitable se va acercando, un nudo comienza a formarse en mi garganta; pero, cuando por fin llega, y termino de leer ese trozo de mi vida que nunca he vivido, no puedo hacer otra cosa que soltar el libro, abrazarme a mi almohada y llorar, llorar,llorar...
Lloro porque no volveré a ver a Boo Radley una vez cerrada la puerta de su casa, lloro porque Randal Patrick McMurphy quedó en estado vegetal defendiendo su libertad, lloro porque a Santiago Nassar lo mataron siendo inocente, por Ana Isabel (una niña decente), lloro por Esteban (el ahogado más hermoso del mundo), por la Nena Daconte y su bebé nonato, y sobre todo por Billy Sánchez lloro.
Lloro porque Florentino Ariza tuvo su final feliz. Por el último de los Buendía comido por las hormigas. creo que por quien más lloro es por El Principito, ese muchachito de rubios cabellos que 25 veces he dejado allá, en el desierto de El Sahara.
Sí, definitivamente las despedidas no son para mí. Por eso, he vuelto a tomar este libro para reencontrarme con mi viejo amigo el Maestro Don Gregorio.
Esta vez, no he de llorar... espero.
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